Año obra: 2023
Año proyecto: 2023
Estado: Construido
Localización: Calle Santa Clara, 40.
Promotor: Archidiócesis de Sevilla
Arquitecto: Pablo M. Millán Millán; Antonio Rodríguez Babío, presbítero
Colaboradores: Francisco Aguilera (Cantero); David Vera García (Arquitecto); Antonio Huertas Berro (Arquitecto); Carmen Suárez Cortés (Arquitecta)
Fotografía: Javier Callejas Sevilla
Diálogo con el patrimonio
En la Constitución Sacrosanctum Concilium podemos leer: «La Iglesia nunca consideró como propio ningún estilo artístico sino que, acomodándose al carácter y condiciones de los pueblos y a las necesidades de los diversos ritos, aceptó las formas de cada tiempo, creando en el curso de los siglos un tesoro artístico digno de ser conservado cuidadosamente. También el arte de nuestro tiempo, y el de todos los pueblos y regiones, ha de ejercerse libremente en la Iglesia» (123). Y añade que se debe buscar más «una noble belleza que la mera suntuosidad» (124).
Con estas palabras la Iglesia acogía oficialmente el arte contemporáneo y se abría a su utilización en la liturgia y en los espacios de culto como, por otra parte, había hecho desde siempre. Ya más recientemente, el Papa Francisco ha invitado en varias ocasiones a la Iglesia a «acoger las nuevas formas de arte» con valentía, dejándose llevar por el Espíritu Santo que todo lo hace nuevo: «la Iglesia debe promover el uso del arte en su tarea de evangelización, mirando al pasado, pero también a tantas nuevas formas expresivas actuales. No debemos de tener miedo de encontrar y utilizar nuevos símbolos, nuevas formas de arte, nuevos lenguajes».
Un altar de piedra
La mesa de altar es un elemento arquitectónico, no un elemento mueble y es por ello que la instrucción General del Misal Romano aconseja que «de acuerdo con la práctica tradicional de la Iglesia y con lo que significa el altar, la mesa de un altar fijo debe ser de piedra y de hecho de piedra natural». Igualmente, y en este sentido, el Enchiridion del Patrimonio Cultural de la Iglesia afirma que «la materia del altar fijo es, ante todo, el bloque de piedra natural» (1926); es por ello que, siguiendo este criterio, hemos buscado un bloque de piedra, sin prácticamente apenas labra alguna, sin elemento físico o químico de unión. El altar se configura con cuatro piezas de piedra arenisca, cuatro bloques macizos de la piedra más sencilla que da la naturaleza. De esta manera no entra en conflicto con otros elementos pétreos ubicados en la iglesia de Santa Clara.
Un altar pobre
El Privilegium Paupertatis es testigo de la búsqueda de la estricta pobreza de Santa Clara, una mujer que vivió el carisma de San Francisco hasta el extremo, fundando, sin quererlo, la Orden de las Hermanas Pobres (OSC), conocidas como clarisas. Ya en las Constituciones del Capítulo de la Orden de los Hermanos Menores celebrado en Narbona en el año 1260 se define cómo han de ser los elementos que componen el arte y la arquitectura franciscana, articulado a través de elementos «naturales, limpios y desnudos». De ahí partió la búsqueda del material más sencillo que nos da la naturaleza, una piedra arenisca “de campo”, cortada, sin labra alguna y que de forma desnuda se asiente sobre el pavimento, tal como quiso estar el hermano de Asís en sus últimos días, cuando «pide que le pongan desnudo en el suelo y, cubriéndose la llaga del costado con la mano exclama: “Hermanos, yo he terminado mi tarea. Cristo os enseñe la vuestra”» (del Tránsito de San Francisco).