UNA CAJA PARA LA LUZ
Capilla Santísimo Sacramento. Martín de la Jara (Sevilla)
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Año obra: 2017

Año proyecto: 2016

Estado: Construido

Localización: Parroquia Ntra. Sra. del Rosario. Martín de la Jara (Sevilla)

Promotor: Archidiócesis de Sevilla

Arquitecto: Pablo M. Millán Millán

Colaboradores: Javier Serrano Terrones (Arq. Técnico)

Construcción: Juan Lola Construcciones

Fotógrafo: Javier Callejas Sevilla

NOS VISITARÁ EL SOL QUE NACE DE LO ALTO

In quibus visitavit nos, oriens ex alto

Pensar un espacio destinado a albergar al Santísimo Sacramento es pensar un ámbito muy concreto dentro de un templo, el Sancta Santorum, un lugar para el encuentro con Dios. Si analizamos cómo a lo largo de la historia de la arquitectura se han ido materializando estos espacios, observamos una radical importancia de la geometría y la fuerte direccionalidad. Bajo estas premisas, Diego de Siloé trazará una novedosa planta renacentista para la catedral de Granada con el único objetivo de ser una imponente custodia o más adelante Leonardo de Figueroa hará lo propio con la barroca San Luis de los Franceses.

Cada día, de oriente a occidente, con el clarear de una nueva mañana, la iglesia católica repite en su oración de Laudes el cántico del «Benedictus». El movimiento de la tierra hace que siempre, a cada hora, en algún rincón del mundo, la noche esté dejando paso a la claridad y

brote esta plegaria. Es la misma que como nos narra el evangelista Lucas (Lc. 1, 78), surgió como alabanza de la boca de Zacarias, el padre de Juan el Bautista, cuando supo del próximo nacimiento de su hijo, un hecho que cambiaría su vida, cancelando la deuda que le había dejado mudo por su falta de fe.

En este cántico, casi al final, se dice “por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto”. La Luz, según la experiencia teológica de Zacarias viene de arriba y es la prueba diaria de la bondad de Dios para con su pueblo. Evidenciar esta verdad ha sido sin duda la intención al hacer un espacio en el que únicamente una apertura arriba muestre a diario a los feligreses de la capilla que Dios está con su pueblo.

La construcción de esta pequeña capilla parte de la necesidad de la iglesia adyacente de introducir luz. Así pues, el proyecto surge de una única reflexión, crear «una caja para la Luz”, con el doble sentido de ser una caja que contenga luz para el resto del templo y de ser un lugar que contendrá a la Luz para todo cristiano: el Santísimo Sacramento. Buscar la luz, posiblemente la tarea más importante de todo arquitecto, se ha hecho latente en este proyecto al hacer un espacio contenedor que por su orientación y apertura cenital sea capaz de introducir la claridad en toda la iglesia. Así, toda la superficie será blanca y limpia. Siguiendo este mismo criterio, se cambiará el suelo del resto del templo con el objetivo de una mayor luminosidad.

Texto de Alberto Campo sobre la obra

LUMEN CHRISTI

 

El espacio sacro que ha construido el arquitecto Pablo Millán para los franciscanos en Sevilla, es un espacio verdaderamente hermoso y sobrio, sacro y franciscano.

Sacro porque cuando se está allí, uno no puede menos que reconocer la luz divina que de allí emana, y quedar rendido.

Cuando era pequeño, me fascinaba la liturgia de la Pascua de Resurrección en la maravillosa catedral de Cádiz, adonde nos llevaban mis padres. Y recuerdo con emoción cuando, todo oscuro al principio, sonaba el “Lumen Christi”, repetido por tres veces, in crescendo, entonado por el diácono revestido con dalmática blanca. Todos respondíamos con “Deo gratias”, también in crescendo. Y al final, se hacía la luz, la luz de la resurrección. Y ahora, aquí, reconozco esta luz divina.

El arquitecto ha resuelto este espacio con muy pocos elementos. Suelo y zócalo en mármol blanco de Macael. Lucernario longitudinal que es la fuente de la luz de lo alto. Y paredes y techos pintados de blanco. Nada más y nada menos.

Y así, de esta sencilla manera, se ha hecho aquí la luz del Señor resucitado, la “Lumen Christi”. La luz que ha logrado traer nuestro arquitecto a este pequeño espacio, con la sencilla sencillez del espíritu de San Francisco.

 

Alberto Campo Baeza