BUSCANDO EL ESPACIO ENTRE LAS RUINAS
Carnicerías Reales. Porcuna
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Año obra: 2016

Año proyecto: 2011

Estado: Construido

Localización: Plaza de Andalucía, 3. Porcuna (Jaén)

Promotor: Ilustre Ayuntamiento de Porcuna; Diputación provincial de Jaén

Arquitecto: Pablo M. Millán Millán

Colaboradores: Rafael Jerez Romera (Arq. Técnico); Mario Cruz Febrero (Ingeniería); Vorsevi S.A. (Estudio geotécnico); Pablo Jesús Casado Millán (Arqueólogo); Rafael Antonio Saco Montilla (Técnico apoyo arqueología)

Construcción: Ilustre Ayuntamiento de Porcuna

Fotógrafo: Javier Callejas Sevilla

En un solar muy reducido en extensión (163,50 m2) y limitado por tres medianeras converge un amplio espectro de riqueza patrimonial. Por un lado, en el plano horizontal los restos arqueológicos subyacentes de una estructura pretérita de pozos ibéricos a la que se superpone un sistema de atarjeas romanas. Por otro lado, en el plano vertical los elementos emergentes de una torre medieval del sistema fortificado de la ciudad, así como restos de la muralla romana. Y por último la estructura de muros de carga de un edificio que sufrió los estragos del terremoto de Lisboa de 1755 y que aún permanencia en pie.

Bajo estas premisas nos planteamos rehabilitar un espacio que sacara cada uno de estos elementos históricos y fuera cosido dentro de una arquitectura limpia, sobria y sencilla, una arquitectura que será un contenedor de patrimonio. El proyecto construido por tanto será un recorrido entre los vestigios que el pasado ha ido dejando, para entre ellos generar un nuevo espacio con un doble uso en una nueva planta superior el uso de archivo y en la inferior el de sala expositiva.

La nueva arquitectura generada permitirá reconocer cada uno de los elementos patrimoniales de forma independiente mostrando diferentes ventanas al pasado: unas en el suelo que evidencian las construcciones ibéricas y romanas frente a otras en los muros que dejan entrever la muralla romana junto a los restos de la torre medieval.

Texto de Alberto Campo sobre la obra

Carnicerías Reales de Porcuna

Arquitecto: Pablo Millán.

 

Si un arquitecto joven con una brillante carrera académica y que incluso ya es doctor, hace una obra espléndida en el centro de un casco histórico, y decide hacerla contenida y callada, yo diría que muestra trazas de muy buen arquitecto.

Algunos de los jóvenes y brillantes arquitectos que hoy salen a la calle, parece que necesitan gritar a los cuatro vientos su supuesta genialidad y ponen en pie todo tipo de cosas raras con tal de llamar la atención. Son fuegos fatuos, flor de un día.

Se trata aquí de la restauración y manipulación de un edificio adjunto al Ayuntamiento de Porcuna, la antigua ciudad romana de Obulco, para ubicar en él el Archivo Histórico Municipal. Plinio, Ptolomeo y Estrabón citan a Obulco en sus escritos.

Gracias a la luz y a la muy buena disposición de las partes con que lo ha ordenado el arquitecto, el edificio, que es pequeño, parece mucho más grande. Lo que siempre ocurre con la buena arquitectura.

El edificio está situado en el centro de la ciudad, colindante con el edificio del Ayuntamiento. Nuestro arquitecto mantiene y manipula la fachada para acordarla con la del Ayuntamiento y con los edificios colindantes más recientes que no son especialmente acertados, que ahora se integran en el conjunto. Y la corona con un friso blanco que le permite dar un poco más de altura al espacio interior. Las dos plantas tienen la altura adecuada y la luz, tomada de lo alto, inunda el interior de manera muy adecuada.

El edificio nuevo no deja en mal lugar a ninguno de los edificios adyacentes. Parece que nuestro arquitecto hubiera leído a Marco Aurelio, el emperador romano, que en el punto 15 del capítulo 1 nos dice, al hablar de su padre, que hacía que nadie ante él se sintiera nunca inferior. Una virtud bien aconsejable para los arquitectos que trabajan en los recintos históricos.

Es acertado el material de la fachada, la piedra vista como la del Ayuntamiento, y la disposición de los huecos, y hasta la rotulación.

Las plantas, sencillas y lógicas, son impecables. En el interior, una trama de patios y piezas y pasillos bien ordenados, siempre guardando el orden preexistente de los tres muros de piedra paralelos a fachada y que deja a la vista bañados por la luz extraordinaria que toma de lo alto y que se refleja en el blanco suelo de mármol de Macael. El mismo suelo de la Alhambra de Granada y de Andalucía toda, despiezado aquí de manera original. El espacio resultante es unitario, estando muy claras las circulaciones de este puzzle luminoso.

Incluso el suelo acristalado a la entrada para dar fe de los restos arqueológicos, pareciera que es de agua, tan bien puesto está.

Las sajaduras en los techos permiten que la luz resbale por los paramentos verticales, tanto los blancos como los que se han dejado, como la fachada, con la piedra vista.

Nada más y nada menos. Una obra de un arquitecto de primera.

 

Alberto Campo Baeza