Son varias las arquitecturas que se han mantenido intactas a lo largo de la historia y hoy en día podemos admirarlos como edificios del patrimonio cultural. Estas construcciones “cristalizadas” no han sido capaces de manteniendo su uso original y adaptándose a los cambios sociales, aunque en la actualidad son representante de los valores históricos y arquitectónicos. Por el contrario, hay arquitecturas que conservaron su uso original y que se han visto obligados a modificarse para adaptarse a los actuales biorritmos.
Presentamos el caso del Monasterio de Santa Clara de la Columna de Belalcázar (Córdoba), fundado en 1476 y con una presencia ininterrumpida de Clarisas. Es ejemplar de cómo, manteniendo intacta la arquitectura gótico-mudéjar, un edificio patrimonial puede adaptarse constantemente, con el tiempo, para acoger nuevos arquetipos.
En el momento actual de pandemia, esta arquitectura, mejorada a raíz de hechos históricos, tiene mucho que mostrar, a través de una serie de dicotomías fundamentales y saludables: espacios individuales y comunitarios; espacios de trabajo y estudio; espacios de meditación y entretenimiento, etc. La presente investigación pretende subrayar cómo esta arquitectura ha sido capaz de combinar su valor patrimonial con las necesidades saludables y la escala humana.